Don
Eduardo León y Llerena, nació en Málaga el 31 de mayo de 1839 y falleció en
Marmolejo el día 4 de agosto de 1900, y su esposa doña Luisa Serrano y Serrano,
falleció el 16 de marzo de 1902, los restos mortales de ambos reposan hoy,
junto con los de su sirvienta que les acompañó en vida, en el Cementerio Municipal de Santa Ana de
Marmolejo, inaugurado en el año 1900, en la parcela 30, nicho número 14.
Cementerio municipal de Santa Ana, Marmolejo |
El
enterramiento primitivo estaba en la parte vieja del cementerio, entrando a la
izquierda. Por los años 1970, hubo obras de ampliación y demolición de antiguos
nichos, en los que estaban ellos, por encontrarse en estado ruinoso, Don Carlos Orti Serrano, consejero de la sociedad, se
personó en la oficina del balneario, para decir que con cargo a la empresa se
comprara al Ayuntamiento un nicho, a perpetuidad, para los restos de don
Eduardo, su esposa y la sirvienta, y así se hizo.
El nicho de la parte vieja que fue demolida, tenía
lápida, ¿Qué fue de ella? ¿Se rompió al abrir el nicho para sacar los
restos? ¿Quedó entera para ponerla
después en el nicho nuevo?
El tiempo ha ido pasando y hoy domingo 31 de mayo de
2015, el nicho nº 14 de la parcela 30, sigue sin lápida. ¿Por qué?
La verdad es, que los restos mortales de este
señor y su esposa, son ignorados al no tener una lápida que diga quiénes
yacen en ese nicho que solo tiene una cruz y un RIP, y son nada más y nada
menos que los de aquel gran emprendedor,
muy ligado a la provincia de Jaén, por su actividad política y vínculos
familiares, (ver en El Lugar de Marmolejo, de Manuel Perales
Solís, en el apartado “personajes” espacio dedicado a “Eduardo León y Llerena y
el Balneario de Marmolejo”, así como su ponencia en las I Jornadas de Historia
de Marmolejo), que en 1882, como asiduo agüista, hombre de negocios y con recursos económicos,
vio el futuro que tenían las agua que brotaba de los manantiales; por los estudios sobre los efectos curativos
de las aguas minero-medicinales de Marmolejo publicados por destacados médicos,
los resultados en la salud de las personas que las bebían, la concurrencia de
agüistas y acompañantes en constante aumento y el ambiente social creado en
torno a ellas, adquirió el balneario al estar en subasta pública, y con su
buena gestión y dirección, dio a Marmolejo con el tiempo, riqueza, prosperidad,
nombre y fama internacional; sus aguas conseguían medallas y grandes premios en
las Exposiciones Universales a las que concurrían, y que por su mediación e
influencia, en Marmolejo se citaban la flor y nata de la aristocracia, la
política, las finanzas, las ciencias, las letras… españolas.
Manuel Perales Solís, en El
Lugar de Marmolejo, también cita lo influyente que fue León y Llerena, que
por sus contactos políticos y sociales atrajo a Marmolejo a numerosos
personalidades, entre otras muchas, la Infanta Isabel de Borbón,
hermana de Alfonso XIII en 1915, al Presidente del Gobierno don Francisco
Silvela, (citado en el libro Vida del Aguanoso), y un muy asiduo visitante a la
casa de León y Llerena en Marmolejo (hoy
conocida como de “la aviadora”), fue el tío de doña Luisa Serrano, el General
Serrano, Francisco Serrano y Domínguez, Duque de la Torre, donde pasaba largas
temporadas, tanto que, antes de la Guerra
Civil, la calle Arroyo tuvo el nombre de Duque de la Torre,
y como asiduos
aguanosos, por citar a los más nombrados, el premio Nóbel de Medicina Santiago
Ramón y Cajal (su nombre aún lo tiene hoy una calle) el escritor Armando
Palacio Valdés, autor de la novela La Hermana
San Sulpicio, tan vinculada a Marmolejo (también conserva su
nombre hoy una calle), los hermanos
Álvarez Quintero, Rodolfo Valentino, Charles Chaplin, …
Cartel conmemorativo en 1991, del 200 aniversario de la independencia de Marmolejo. |
Marmolejo (que el día 27 de mayo de 1791 había dejado
de ser una aldea), un siglo después, finales del XIX y principios del XX, llegó a ser el
pueblo de la provincia más prospero, desarrollado y cosmopolita; contando con
electricidad en calles y casas, estación telegráfica, teléfono, estación de
ferrocarril con parada de todos los trenes de viajeros y, en el año 1916
¡¡tranvías!!, para el traslado de los agüistas desde el pueblo al balneario;
diez hoteles de distintas categorías, 50 casas de huéspedes, muchas casas que
alquilaban habitaciones, duplicándose la población en las temporadas de toma de
aguas; con hospital (hoy la calle donde estaba lleva su nombre, calle Hospital); con casino, bares y restaurantes,
un variado comercio y una huerta riquísima. Todo esto conseguido por León y
Llerena, con su acertada gestión y administración, continuada después por los
herederos de doña Luisa Serrano, a los que se unió la iniciativa privada.
Por todo esto y por más que queda sin decir, es que
hoy, 31 de mayo del año 2015, el nicho donde reposan sus restos en el
cementerio de Marmolejo esté aún sin lápida, es un lamentable olvido de los
últimos Consejos de Administración de la empresa, y desde el año 2000 del
propietario actual del Balneario, así como un tanto incomprensible cambiar el
nombre a la calle dedicada a LEON Y LLERENA desde antiguo, para llamarla Útica,
es algo que habría que corregir, pienso que el importe de una lápida no
desajusta ningún presupuesto; así como, con un acuerdo entre todos los ediles,
la calle vuelva a llamarse EDUARDO LEON Y LLERENA, en memoria de quien tanto
hizo por Marmolejo.