miércoles, 17 de junio de 2015

61.- IN MEMORIAM



Don Eduardo León y Llerena, nació en Málaga el 31 de mayo de 1839 y falleció en Marmolejo el día 4 de agosto de 1900, y su esposa doña Luisa Serrano y Serrano, falleció el 16 de marzo de 1902, los restos mortales de ambos reposan hoy, junto con los de su sirvienta que les acompañó en vida, en  el Cementerio Municipal de Santa Ana de Marmolejo, inaugurado en el año 1900, en la parcela 30, nicho número 14.

Cementerio municipal de Santa Ana, Marmolejo
El enterramiento primitivo estaba en la parte vieja del cementerio, entrando a la izquierda. Por los años 1970, hubo obras de ampliación y demolición de antiguos nichos, en los que estaban ellos, por encontrarse en estado ruinoso, Don Carlos Orti Serrano, consejero de la sociedad, se personó en la oficina del balneario, para decir que con cargo a la empresa se comprara al Ayuntamiento un nicho, a perpetuidad, para los restos de don Eduardo, su esposa y la sirvienta, y así se hizo. El nicho de la parte vieja que fue demolida, tenía lápida, ¿Qué fue de ella? ¿Se rompió al abrir el nicho para sacar los restos?  ¿Quedó entera para ponerla después en el nicho nuevo?  El tiempo ha ido pasando y hoy domingo 31 de mayo de 2015, el nicho nº 14 de la parcela 30, sigue sin lápida. ¿Por qué?

La verdad es, que los restos mortales de  este  señor y su esposa, son ignorados al no tener una lápida que diga quiénes yacen en ese nicho que solo tiene una cruz y un RIP, y son nada más y nada menos que los de aquel  gran emprendedor, muy ligado a la provincia de Jaén, por su actividad política y vínculos familiares, (ver en El Lugar de Marmolejo, de Manuel Perales Solís, en el apartado “personajes” espacio dedicado a “Eduardo León y Llerena y el Balneario de Marmolejo”, así como su ponencia en las I Jornadas de Historia de Marmolejo), que en 1882, como asiduo agüista, hombre de negocios y con recursos económicos, vio el futuro que tenían las agua que brotaba de los manantiales; por los estudios sobre los efectos curativos de las aguas minero-medicinales de Marmolejo publicados por destacados médicos, los resultados en la salud de las personas que las bebían, la concurrencia de agüistas y acompañantes en constante aumento y el ambiente social creado en torno a ellas, adquirió el balneario al estar en subasta pública, y con su buena gestión y dirección, dio a Marmolejo con el tiempo, riqueza, prosperidad, nombre y fama internacional; sus aguas conseguían medallas y grandes premios en las Exposiciones Universales a las que concurrían, y que por su mediación e influencia, en Marmolejo se citaban la flor y nata de la aristocracia, la política, las finanzas, las ciencias, las letras… españolas.

Visita de la Infanta Isabel, 1915
Manuel Perales Solís, en  El Lugar de Marmolejo, también cita lo influyente que fue León y Llerena, que por sus contactos políticos y sociales atrajo a Marmolejo a numerosos personalidades, entre otras muchas, la Infanta Isabel de Borbón, hermana de Alfonso XIII en 1915, al Presidente del Gobierno don Francisco Silvela, (citado en el libro Vida del Aguanoso), y un muy asiduo visitante a la casa de León y Llerena en Marmolejo  (hoy conocida como de “la aviadora”), fue el tío de doña Luisa Serrano, el General Serrano, Francisco Serrano y Domínguez, Duque de la Torre, donde pasaba largas temporadas, tanto que, antes de la Guerra Civil, la calle Arroyo tuvo el nombre de Duque de la Torre, 
 
El General Serrano
y como asiduos aguanosos, por citar a los más nombrados, el premio Nóbel de Medicina Santiago Ramón y Cajal (su nombre aún lo tiene hoy una calle) el escritor Armando Palacio Valdés, autor de la novela La Hermana San Sulpicio, tan vinculada a Marmolejo (también conserva su nombre hoy una calle), los hermanos Álvarez Quintero, Rodolfo Valentino, Charles Chaplin, …

Cartel conmemorativo en 1991, del 200 aniversario de la independencia de Marmolejo. 
Marmolejo (que el día 27 de mayo de 1791 había dejado de ser una aldea), un siglo después, finales del  XIX y principios del XX, llegó a ser el pueblo de la provincia más prospero, desarrollado y cosmopolita; contando con electricidad en calles y casas, estación telegráfica, teléfono, estación de ferrocarril con parada de todos los trenes de viajeros y, en el año 1916 ¡¡tranvías!!, para el traslado de los agüistas desde el pueblo al balneario; diez hoteles de distintas categorías, 50 casas de huéspedes, muchas casas que alquilaban habitaciones, duplicándose la población en las temporadas de toma de aguas; con hospital (hoy la calle donde estaba lleva su nombre, calle Hospital); con casino, bares y restaurantes, un variado comercio y una huerta riquísima. Todo esto conseguido por León y Llerena, con su acertada gestión y administración, continuada después por los herederos de doña Luisa Serrano, a los que se unió la iniciativa privada.

Por todo esto y por más que queda sin decir, es que hoy, 31 de mayo del año 2015, el nicho donde reposan sus restos en el cementerio de Marmolejo esté aún sin lápida, es un lamentable olvido de los últimos Consejos de Administración de la empresa, y desde el año 2000 del propietario actual del Balneario, así como un tanto incomprensible cambiar el nombre a la calle dedicada a LEON Y LLERENA desde antiguo, para llamarla Útica, es algo que habría que corregir, pienso que el importe de una lápida no desajusta ningún presupuesto; así como, con un acuerdo entre todos los ediles, la calle vuelva a llamarse EDUARDO LEON Y LLERENA, en memoria de quien tanto hizo por Marmolejo.