Ese mismo año 1945 comencé a trabajar en el hotel como
botones, igual que Ignacio Vergara. Mi padre, Manuel Méndez Moraga, pertenecía
a la plantilla del Balneario, pero en las temporadas estaba en la conserjería,
y antes, bajo su dirección, habían plantado el jardín del hotel.
Ocurrió que en una de las temporadas del año siguiente,
el recepcionista-administrador cayó enfermo de cierta gravedad y fue trasladado
a Madrid. El hotel estaba esos días al completo, el director preocupado por
cómo solucionar el problema, ya que traer a otro desde Madrid, supondría
paralizar todo el movimiento de las cuentas de los clientes, con el grave
perjuicio que creaba el que uno o varios clientes se marcharan de momento y
¿quién les haría las facturas? tras pensarlo se dirigió a mi padre diciéndole,
“Méndez, ya ve el problema que tenemos,
¿sería su hijo capaz de sacar adelante el trabajo de este empleado que ha
enfermado?” A lo que contestó, “para saberlo, póngalo a que lo haga, a ver si
es capaz”.
Dicho y hecho,
en ese mismo momento dejé de ser botones a ser recepcionista. Y resultó que fui
capaz de sacar adelante todo el movimiento diario de las cuentas de los
clientes y al final de temporada, también las nóminas del personal que, según
ley de entonces, el personal cobraba: o un sueldo garantizado, o un sueldo inicial más el 15% de servicio que
se le cargaba al cliente en factura; si con el sueldo inicial más el 15% no
alcanzaba el importe del garantizado, la
empresa le abonaba este, y si los dos lo superaban, cobraban este último, con
lo que había que hacer dos liquidaciones al mismo trabajador para saber cual le era más favorable. Y la parte proporcional mensual
de las pagas de Julio y Navidad.
El reparto del 15% de servicio, no era por igual para
todos los trabajadores del hotel. Al personal del comedor le correspondía un
5%, al de pisos un 3.5%, al de recepción-consejería un 3%, al de cocina el 2% y
de lavandería un 1.5%. Tenía que calcular el importe de cada dependencia y
repartirlo entre el numero de trabajadores que había en ella. Todos estos
cálculos a mano, sin calculadora.
La pieza principal en la recepción de un hotel es la mano corriente (hoy en ordenador), en
ella se anotaban, al momento, todos los gastos que iba produciendo el cliente
en el conjunto de todos los departamentos, mediante un vale con el número de
habitación del cliente y los extras que se le ha servido, aparte de la pensión
completa, bien en comedor, en cafetería, en pisos, en conserjería (teléfono) en
lavandería (lavado y planchado de ropa) valorarlos y cargárselo en su casilla.
Esta "mano corriente" era una hoja de papel recio de unos 80X70 centímetros, en la que las
columnas horizontales eran para los nombres de los clientes y los cargos del consumo, y las verticales para el
número de habitación, nombre del cliente, número de personas, pensión completa,
habitación, gastos en comedor, en cafetería, en bebidas, en teléfono, en lavandería
y otros, suma del día, suma anterior y suma a seguir. Continuaba para el cierre
de la factura, importe, impuestos, 15% de servicio, (que antes he contado para
que) y total de la factura, las sumas de todas estas columnas verticales, tenía
que coincidir con el total de las horizontales, todas sumadas a mano, sin calculadora...
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