En aquellas temporadas de tanta afluencia, los
agüistas del Gran Hotel, después de tomar las aguas minero-medicinales y
desayunar, unos subían al pueblo a hacer compras y regalos, o tomar el
aperitivo en los bares, otros iban a Andújar y otros subían al Santuario. A
continuación del almuerzo, los que no se echaban la siesta, pasaban al salón y
hasta la hora de volver a tomar las aguas por la tarde, se entretenían unos en
tertulias, otros echando una partidita de poker, y otros de dominó. En una de
estas partidas ocurrió un caso que no llegó a más, ya que los que formaban
pareja eran personas educadas. Resulta que en el transcurso de la partida, uno
de ellos no jugó la ficha que necesitaba el compañero, y le ahorcaron el seis
doble, éste que era una persona de fuerte carácter, al ver lo que había pasado le
dijo al compañero, ”Qué judiada me
has hecho”. Todos se quedaron en suspenso para ver qué pasaba, ya que el
compañero era un judío de Tánger. Se comportaron bien.
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