En
“Villa
de Marmolejo” está la descripción que hizo de los jardines del balneario el
periodista de ABC Luís Royo Villanova para el semanario Blanco y Negro en 1894.
En 1990 aún quedaba algo de aquello, muy poco, pero en lo que fue el parque
infantil subsistían algunos ejemplares.
Uno de ellos era un plátano de indias, que hacia esquina con el paseo en que estaba el
edificio que fue cuadra de las caballerías de los tranvías. Este árbol que
tendría una altura de 25 metros por lo
menos y llevaba muchos años en simbiosis
con un rosal trepador de pitiminí y una hiedra. Gustaba ver como tres especies
distintas ocupaban un mismo espacio en relación estrecha y persistente. Al
llegar la primavera y florecer el rosal todo él cambiaba a amarillo, después
predominaba el verde de la hiedra y en las alturas las hojas del plátano.
Y a estos también le llegó su
fin. Los dirigentes de las últimas empresas que explotaban el balneario,
decidieron construir dos nuevas naves a continuación de las existentes en
dirección al camino de ganado, cortando en dos el parque. Solicitaron al
Ayuntamiento permiso para cortar árboles secos, sin decir en que parte del
parque, y se lo concedieron.
Las nuevas naves ocuparían el sitio que tenía el parque
infantil y arboleda próxima. Los “árboles secos” que talaron fueron frondosos
plátanos de indias -incluido el de simbiosis-, sóforas, papeleros, aligustres, naranjos,
rosales, arriates y setos. Se salvaron dos palmeras, una llorona y otra majestad.
Ambas fueron regaladas al Ayuntamiento para los jardines municipales.
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