Marmolejo salió muy malherido de la guerra. El frente se estabilizó en la antigua carretera nacional tras la sangrienta batalla de Lopera, y no se movería hasta el final de la contienda. Durante esos casi tres años el Balneario permaneció desatendido, habiendo sido incautada la Sociedad de Aguas Mineromedicinales, y habiendo sufrido algunos desperfectos cuando la aviación Nacional bombardeó el puente. El Hotel Balneario fue convertido en hospital militar y, siendo uno de los edificios mas visibles, sufrió los impactos de múltiples obuses disparados por la artillería Nacional situada en Lopera y Porcuna. La represión y los saqueos tambien hicieron su mella en la población. Como rezaba la Comisión Gestora del Ayuntamiento establecida en 1939, "...por tratarse de un pueblo con Balneario de fama mundial, la
principal rama de la industria en el mismo era la hotelera que se
hallaba en estado floreciente, habiendo sido saqueados totalmente la
mayor parte de los particulares que se dedicaban a recibir enfermos en
las temporadas oficiales..."
Artículo de la época en el diarío Jaén |
Después vendrían los años del hambre, pero poco a poco la situación iría mejorando, los agüistas empezaron a regresar. El Hotel Castilla y el Cuatro Naciones ya no volverían a abrir, pero el resto sí lo hizo, añadiendose a la lista el Hotel Suizo y el Hotel Zabala. Por fin, en 1945, se reinaguraría el Gran Hotel Balneario, totalmente reformado.En 1883 fue mi abuelo Manuel Méndez Córdova, quien diseñó y plantó los jardines y parque del balneario, y en 1945 mi padre Manual Méndez Moraga, el que diseño y plantó los jardines del Gran Hotel.
Y a partir de aquí ya puedo hablar por mi propia experiencia y no sólo por registros históricos, pues tras la reinaguración del Hotel Balneario entré a formar parte de su plantilla de trabajadores, primero como botones, y despues trabajando en su administración.
El autor tras su incorporación a la plantilla del Hotel Balneario |
El Balneario y Marmolejo vuelven a ver llenos sus hoteles, pensiones y casas de huéspedes. La concurrencia de enfermos y acompañantes vuelve a ser muy numerosa. Otra vez la carretera y calles del pueblo ven los últimos modelos de cohes, los famosos haigas que traían los tangerinos. Ya no hay tranvías, pero sí amplios y modernos autobuses para ir al Balneario. A Marmolejo vuelve el ambiente cosmopolita y las fiestas a los salones de sus hoteles. Se crea el Día del Agüista, en el que se les homenajea con berbenas y fuegos artificiales en el Balneario.
Según estadísticas, en la década de los cuarenta se registran 2300 visitantes por año de media, en los cincuenta se superan los 3000. Al venir los agüistas acompañados de una, dos o mas personas (algunos traían chófer y criada) se puede calcular que, en esas décadas, el número de forasteros durante la temporada se encontraría entre los 8000 y los 10000. La "tercera cosecha" había regresado.
Los agüistas vuelven a los manantiales y el Balneario es remozado, construyéndose una galería de obra ampliada que duraría mas de cincuenta años. |
De nuevo se creaba riqueza para la población. Nuevos hoteles y mejoras en las casas de huéspedes significaban materiales de construcción, trabajo para albañiles, carpinteros, blanqueadores, escayolistas, marmolistas... Las huertas del pueblo abastecían de verduras y frutas a los hoteles, pensiones y casas de huéspedes, dándose el caso de que el Hotel Los Leones y el Hotel Madrid poseían huerta propia. Los comercios, tiendas de alimentación y recuerdos, barberías, talleres de artesanía (las famosas cestas de mimbre...) hacían negocio en la temporada...
El pueblo se modernizaba, se construían nuevas calles y nuevos barrios. Se creó la Granja Escuela y se instaló la red general de agua, sustituyendo los "carros del agua" que venían de la fuente Olid y la de los Carros, por el enorme depósito de agua al final del paseo que desde entonces es parte fundamental del perfil de nuestra localidad.
El futuro se veía con optimismo pero, en los años sesenta, la media de agüistas bajó a poco más de 2000 al año. Era un sombrío presagio de lo que estaba por llegar.
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