miércoles, 30 de julio de 2014

9.- La decadencia

En la década de los setenta hay una disminución importante en el número de agüístas que acuden a Marmolejo. La media anual se sitúa en torno a 1200, apenas la mitad de la cifra de los años sesenta. Las aglomeraciones propias de temporada en el pueblo ya no se ven. La ocupación hotelera ha bajado, en muchas casas de huépedes apenas vienen clientes y, para colmo, Renfe ha cerrado la estación.

En el año 1980 sólo se registran 876 enfermos. En 1981, 740. Los hoteles Madrid, Zabala y Suizo han cerrado ya, y el Hotel Los Leones es transformado en residencia de la tercera edad. La pérdida de plazas hoteleras, de todas las categorías, es grande. La fuente de ingresos que "la tercera cosecha" aportaba al pueblo se va reduciendo al mínimo.

Sin embargo, Marmolejo aún tenía un nombre y un prestigio. Aquellos que decíamos en cualquier lugar de Andalucía "...soy de Marmolejo..." casi con seguridad recibiamos la respuesta de "¡Hombre, buen balneario...!". En esta década entran nuevos accionistas en la Sociedad, y con ellos una ampliación de capital y deseos de potenciar tanto el Balneario como el envasado de agua. Se reforma el Gran Hotel, reinaugurándolo en 1986. El Balneario tambien cuenta con mejoras. Se hace un arco de entrada nuevo. Se cambia la solería en los paseos y en la galería de los manantiales. Se instalan conduciones desde los manantiales para servir el agua en el conocido conjunto de grifos y azulejos, y se asfalta todo el trayecto entre el arco de entrada y el aparcamiento junto a la galería.

Por desgracia, estos buenos deseos no dan el resultado esperado. En 1986, son sólo 500 los agüistas que acuden al Balneario. El Casino hace ya que fue demolido, y ahora le toca al Hotel Central caer bajo la piqueta, para ser sustituida su elegante fachada por una fría e impersonal sucursal bancaria.

Sólo el Hotel Balneario, y a muy duras penas, queda como reliquia del antiguo esplendor.

¿Qué causas motivaron esta decadencia?. Evidentemente pueden ser varias.

La primera está, paradójicamente, en la sustancial mejora de la medicina y los tratamientos de las enfermedades. Del mismo modo que ya apenas se hacían recetas magistrales en las farmacias, tampoco los tratamiento naturales estaban en boga. Los avances en medicamentos y tratamientos quirúrgicos llegaron a curar o mejorar las enfermedades renales o hepáticas en una fracción del tiempo y el dinero que costaba una estancia en el Balneario.

Otra es el cambio en la cultura del ocio vacacional. La afluencia de turistas a la playa y a la montaña barrió en aquellos años el turismo de interior. Al mismo tiempo, no se pudo, o no se supo, captar nuevos clientes con una infraestructura que atrajase a los forasteros para combinar el descanso con la naturaleza y las aguas minero-medicinales. El descenso en el número de agüistas representó simplemente el hecho biológico de la desaparición paulatina de los antiguos visitantes de toda la vida, sin que hubiese una nueva generación que los sustituyese.

No ayudó la crisis económica que comenzó en los años setenta. La crisis del petróleo, el incremento en el precio de los transportes y la inflación generalizada, encareció la vida lo bastante como para que los agüistas de economía mas débil no pudiesen soportar los gastos de traslado y estancia.

Pero lo peor aún estaba por llegar.

Extractos del libro "Balneario de Marmolejo, Siglos XIX y XX, Engrandecimiento y Decadencia" por Manuel Méndez González, Padilla Libros, 2001

Se puede encontrar mas información, excelentemente recopilada y presentada en 

http://villademarmolejo.es/

http://lugardemarmolejo.wix.com/marmolejo

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