domingo, 12 de octubre de 2014

12.- La administración y oficinas en sus diferentes emplazamientos

Las oficinas de la empresa han sufrido un largo itinerario de cambios y mudanzas a lo largo de la existencia de la misma. Su primera ubicación fue en el Balneario, donde en 1884 se construyó el edificio destinado a administración, baños y duchas, hasta  el fallecimiento de Don Eduardo León y Llerena en 1900 y  su esposa doña Luisa Serrano Serrano en 1902. Los herederos de ésta crearon la sociedad llamada AGUAS MINERO MEDICINALES DE MARMOLEJO, S.A. y la administración siguió en este edificio.




Al terminar la Guerra Civil, en 1939 la Sociedad recupera el Balneario, y la administración y las oficinas del mismo se trasladaron al pueblo, situándose en distintas ubicaciones a lo largo de los años. La primera que recuerdo fue en la calle Ramón y Cajal nº 4 (también conocida como calle Las Parras), en casa de don Carlos Ortí Serrano, Ingeniero de minas y accionista, que debía ser en aquel tiempo Director-Gerente. Esta casa  tenía  un buen  zaguán, gran verja, patio interior rodeado de columnas de hierro forjado, con pasillo alrededor por donde se entraba a las habitaciones, al estilo de las casas romanas. Casa señorial, por tanto, con gran puerta, ventanas, balcones y, a la derecha de la fachada, portón de entrada de carruajes.  A últimos del siglo XX o principios del  XXI, fue  vendida, demolida, reconstruida y adaptada como salón para bodas.  


Aspecto del edificio hasta 1998

El edificio en la actualidad

Posteriormente, entre los  años 1945 y 1958, la administración, oficinas y consulta del Médico Director del Balneario, estuvieron en la calle Palacio Valdés, nº 1, casa de don Vicente Orti García, que era Director-Gerente. Los administrativos éramos, Manuel Muñoz López, como contable, Juan Fernández Carmona y yo, Manuel Méndez González,  en la venta, facturación y relación con los clientes. Todo esto localizado en una casa haciendo esquina con la calle Orti Lara,  por donde continuaba, con entrada de cochera por esta calle. Con los años también fue vendida, demolida, y construido en el solar un bloque de pisos. 


El edificio en los años 70

El edificio en la actualidad

Al fallecimiento de don Vicente Orti García, fueron nombrados Apoderados de la empresa, Manuel Muñoz López y su cuñado Juan Fernández Carmona. La administración se traslada a la plaza llamada hoy de la Constitución, a la casa conocida entonces de la boticaria, pues en  ella hubo, hacia tiempo, una farmacia. Esta casa estaba situada frente a la iglesia parroquial, donde permanecimos de 1958 a 1970. Era un edificio de bajos y dos plantas, de construcción clásica del siglo XIX, con artística cerrajería en las ventanas y balcones. Igualmente fue vendido y transformado en un bloque de pisos y en los bajos una entidad bancaria y hoy 2014, una autoescuela, antes sede del Centro Cultural y Recreativo. Entre ese tiempo contrataron a Rosa Peña Alcocer. 


La Plaza al inicio del siglo XX. El lugar donde se encontraban las oficinas es el primer edificio a la izquierda, con las dos ventanas oscuras

La Plaza en la actualidad

De 1970 a 1975 la administración se traslada a la calle Perales nº 28, a una casa particular adaptada para las oficinas, despacho del médico y sala de espera. 

En 1975 concluidas  las obras de reconstrucción y adaptación del edificio, llamado Casa Gerencia, junto al Gran Hotel, se instalan la administración, oficinas, despacho del Médico Director, sala de espera para los agüistas, aseos para señores y caballeros,  todo amplio y bien acondicionado. En el jardín, y frente a las ventanas de las oficinas, y a iniciativa de Manuel Muñoz, fue reconstruido el crucero que antes de la guerra estaba frente al Gran Hotel, y cuyos restos estaban aún esparcidos detrás de este edificio.  


Aspecto actual del edificio


Aspecto actual del crucero

El trabajo fue efectuado  por un empleado de la empresa, José Pérez Casado, de profesión anterior cantero...  En la base del mismo se enterró un frasco y dentro de él un escrito con los nombres del Consejo de Administración, los de todo el personal de la empresa, prensa del día y monedas de curso legal en aquel tiempo.

Con el tiempo, se jubiló Juan Fernández  y poco después Manuel Muñoz. A mí me nombraron apoderado, con poderes solidarios, llevando además la contabilidad, con la categoría profesional de Cajero-Contable. Rosa Peña, se hizo cargo de la facturación, registros y expedición de las autorizaciones de toma de aguas, que por prescripción del Médico Director autorizaba a los agüistas a tomarlas.

Hay que tener en cuenta que, en aquellos primeros tiempos, no había calculadoras ni ordenadores, todo se escribía a mano, se sumaba, restaba, multiplicaba y dividía a mano. Los libros de contabilidad, como el Diario y Mayor, primero se hacían en borrador, y después que la contabilidad del año era aprobada por el Consejo de Administración y se presentaba la liquidación en Hacienda, se pasaban todos los apuntes del año a los libros oficiales, eso ya en el verano del año siguiente. Las facturas, se hacían a mano, con lápiz duro llamado de tinta, hasta que hubo bolígrafos, en tacos de 50 facturas, original y copia, ésta con un papel de calco especial; a continuación se pasaban al libro de registro de facturas, que se sumaba a mano, y luego se anotaban en el libro de cuentas corrientes, cada cliente tenía una donde se anotaba la factura y la letra de cambio cuando las abonaba el banco. Los libros de contabilidad, borradores y  oficiales, se escribían  con pluma y tinta.  Este trabajo era muy laborioso y más visto hoy, en la era de la electrónica y los ordenadores. Cuando llegaron las primeras calculadoras, muy rudimentarias, facilitaron mucho el trabajo.

Estos años, como los primeros del siglo XX, fueron de gran riqueza para el Balneario y Marmolejo. La embotelladora trabajaba a pleno rendimiento, y los camiones constantemente llevaban AGUA DE MARMOLEJO a toda España; la afluencia de agüistas era constante y llenaba de clientes tanto el Gran Hotel Balneario, el resto de instalaciones hoteleras y de hospedaje del pueblo. En definitiva, 40 años de homogeneidad y riqueza.

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