martes, 28 de abril de 2015

59.- Coincidencia

El 16 de julio de 2000 tenía yo que ir a la Parroquia por causa de un entierro, y al cruzar desde la esquina de la calle Hospital noté que, en uno de los ya desaparecidos bancos de azulejos que había en la plaza de la Constitución (antiguamente llamada popularmente “enlosado”), se encontraban dos parejas de aspecto extranjero, provistos de cámaras fotográficas, mochilas, y demás impedimenta. Me quedé mirándolos un momento y uno de ellos se quedó mirándome a mí.

En este tristemente desaparecido banco tuvo lugar la anécdota
Terminado el entierro y dado el pésame a los dolientes, al salir de la iglesia me encontré que el turista que se había quedado mirándome antes estaba en la puerta y, dirigiéndose a mí en un buen español, me preguntó si el difunto era persona conocida, por la cantidad de personas asistentes. Le contesté que sí, que era una persona conocida y la familia muy relacionada en el pueblo. Él se quedó mirando hacia el interior de la iglesia y yo salí a la plaza a estar con un grupo de amigos.

Al irme hacia la calle Hospital de vuelta a mi casa, coincidió que los turistas iban a hacerse una fotografía, tres de ellos subidos en el banco con el Ayuntamiento de fondo, y el que me había hablado se estaba preparando para hacerles la foto. Al pasar junto a ellos le comenté, “el fotógrafo nunca sale en la fotografía”, y me ofrecí para hacerle la foto a los cuatro. Agradeció mucho la atención, rogándome que procurara que en la foto saliera sobre de ellos, y de manera clara, la placa que había encima de las puertas del Ayuntamiento que decía AYUNTAMIENTO DE MARMOLEJO, (hoy 2015 también desaparecida).  

Así lo hice, y en la charla que tuvimos después me contó que eran franceses, de origen español, que vivían en La Martinica, que estaban de viaje conociendo España y muy particularmente el pueblo, ya que su apellido era…   MARMOLEJO.      

  ¡¡¡ Vaya coincidencia!!!

martes, 21 de abril de 2015

58.- Cambio de tracción...

En 1916 cuando trajeron los tranvías, la tracción de estos era animal, como se ve en numerosas fotografías.

Tranvía con mulos. Aparte de los consabidos residuos orgánicos, este tipo de tracción  no causaba daños a la carretera.
Pero de lo que no las hay es de lo provocó el siguiente comentario en el librito "Establecimiento de las Aguas de Marmolejo", del año 1930, en la descripción del hotel, y en el apartado tranvías, dice: “habiéndose alquitranado este año la carretera por donde circulan, para evitar el polvo y la trepidación por el gran movimiento de carruajes”.

Esto fue necesario a que sustituyeron la tracción animal por una mecánica. Los mulos desaparecieron y trajeron unos camiones de ruedas macizas que tiraban de los tranvías. En el libro HISTORIA DE LA PARROQUIA DE MARMOLEJO, en la página 117, se menciona también la sustitución de las caballerías por estos camiones Eran estos camiones con su gran peso los que destrozaban la carretera. De ellos no hay ninguna fotografía, que yo sepa, ni quedó ninguno después de guerra. 

martes, 14 de abril de 2015

57.- Agua alcahueta

Desde muy antiguo se decía en el pueblo, en el dicho popular, que las aguas minero-medicinales de Marmolejo eran muy “alcahuetas”, ya que las señoras que llevaban años casadas y no tenían hijos, venían a tomarlas al balneario y quedaban embarazadas.

Un Médico Director del Balneario nos comentaba que tenían razón, ya que las aguas muy mineralizadas, como son las de este Balneario y las de otros, tomadas durante una temporada, activaban la función ovárica y facilitaba el que puedan concebir.

Escena de la obra de teatro "El Agua Milagrosa". Aquí interpreté a un cura en cuyo patio de parroquia había una fuente cuyas aguas tenían fama de favorecer la fertilidad de aquellas que la bebían. A la señora de visita no se le ocurrió otra cosa que preguntarle al cura si las había probado, de ahí mi expresión....  En el balneario no se llegó a tanto...

Recomendaba a las señoras que tenían este problema, que tomaran las Aguas de Marmolejo… y vinieran acompañadas de su marido, claro. 

martes, 7 de abril de 2015

56.- Tres generaciones

Durante 113 años, desde 1883 a 1996, tres generaciones de mi familia estuvieron trabajando en el balneario.

Mi abuelo, Manuel Méndez Córdova, lo contrató León y Llerena cuando trabajaba en el Jardín Botánico de Córdoba, para diseñar y plantar los jardines y el parque.

Mi padre, Manuel Méndez Moraga, que nació en Marmolejo en 1888, entró a trabajar con 14 años, y cuyo primer trabajo fue regar los jardines, incluidos los eucaliptos que posteriormente servirían para hacer cajas de embalaje para enviar botellas a los clientes, y después también embotellando y, cuando inauguraron el Gran Hotel en 1923, de conserje, viviendo en él todo el año.

Y yo, Manuel Méndez González que, como ya he contado anteriormente, nací en el hotel en 1931, y también empecé a trabajar con 14 años, hasta mi jubilación en 1996.