miércoles, 31 de diciembre de 2014

40.- Prohibición

En 1971 la Delegación Provincial de Sanidad, prohibió dar el agua minero-medicinal a los agüistas directamente de los manantiales, como tradicionalmente se venía haciendo. 



Alegaban que los manantiales no estaban cubiertos, que las aguadoras estaban dentro de ellos aunque no en contacto con el agua, que los agüistas estaban alrededor esperando le llenasen el vaso, que podía caer polvo y contaminación… y que por razones higiénicas debían estar tapados y por medio de una moto-bomba de presión suministrar el agua en un sitio apartado, pero lo más cercano posible a los manantiales.



Como ordenaron, y para que el agua minero-medicinal no perdiera en el traslado el conjunto de sus propiedades fisico-químicas; como gas, minerales disueltos… y no se sedimentaran al estar estancada, se instaló una moto-bomba de presión en cada manantial, en Fuente Agria, en Buena Esperanza y en San Luis, y llevar el agua de cada uno de ellos, por tubería hasta los grifos instalados en una pared de mampostería y azulejos en la galería entre Buena Esperanza y San Luis y junto a las escaleras que bajan a Fuente Agria. 


Nuevos grifos instalados en 1971

En la reformas de 1986, se pusieron los tres juntos, como están en la actualidad, en azulejos con el nombre de cada manantial en la parte superior, y debajo la figura de un Fauno, protector como la diosa Higia de la salud por el agua. 


Los tres grifos en 1986.



lunes, 29 de diciembre de 2014

39.- El balneario en otra película

En el año 1969, rodaban en Úbeda “El Monumento”. En la trama hay escenas en un balneario, el más cercano y que se adaptara al guión era el de Marmolejo. Vinieron el productor y el director a conocerlo y pedir permiso a la empresa para rodar las escenas. Manuel Muñoz López, cuenta en su libro “Historia y recuerdos de Marmolejo” la reunión que  mantuvo con ellos en las oficinas.


 Hablando de muchas cosas yo comenté que Manuel Muñoz era el director del Cuadro Artístico Local, esto les agradó mucho y quisieron conocer que obras de teatro habíamos representado, ver fotografías, y demás detalles. Sugirieron que en la película había actores con intervenciones muy cortas, que en vez de traerlos de Madrid, lo podrían hacer algunos del cuadro artístico local. 

Estuvieron de acuerdo y Muñoz quedó en hablar con ellos y si querían, elegir a cuatro. Los cuatro elegidos fuimos: Natalia la mujer de Juan de Dios el fotógrafo, Jerónimo Barragán, Paco Perales y yo. Nuestra actuación fue en Úbeda, Natalia en un parque, Jerónimo de lego en un convento, Paco Perales de guardia urbano y yo de conserje en un casino.


De izquierda a derecha, Manuel Muñoz, dos hijos de Natalia, Analía Gadé, Jeronimo Barragán, Manuel Méndez y Paco Perales


Las escenas que trascurren en el balneario se concretan en ir por la galería el marqués y la pastelera, bajar por las escaleras a Fuente Agria y el marqués le ofrece a la pastelera un vaso de agua, todo esto mientras dialogan. 




Las  escenas del parque infantil, no son en el de aquí. Muchas personas bajaron al balneario a ver el rodaje y como se repetían mucho las escenas y el dialogo, acabaron por aprendérselo como los actores.

Cuando de proyectó la película en el cine del pueblo, hay una escena en la que el marqués y a la pastelera van por la galería del balneario hacia los manantiales, él le pregunta.., 



<<¿Por qué te has quedado en este pueblo asqueroso...?>>

en la sala sonaron silbidos y abucheos, algunos espectadores se sentirían ofendidos por interpretar, que al estar en el balneario, el pueblo al que se refería, era Marmolejo.

        Con respecto a nuestros emolumentos, Muñoz cerró con la producción lo que íbamos a percibir. Mi parte  consistía en descolgar un teléfono y decir cuatro palabras “Avisa al señor presidente” 




Por estas palabras recibí 4.000 pesetas de la época. Teniendo en cuenta que viajamos a gastos pagados, considero que a 1.000 pesetas la palabra me convertía en el actor mejor pagado del cine español de aquel momento. 




viernes, 26 de diciembre de 2014

38.- El Balneario y Marmolejo en el cine

La novela de Armando Palacio Valdés, “La Hermana San Sulpicio” fue llevada al cine en cuatro ocasiones. 

La primera versión, película muda, en 1927, con este título. La primera parte se desarrollaba en Marmolejo, con escenas de  alojamientos y toma de aguas en los manantiales. Palacio Valdés, al ceder los derechos de la obra, acepto que el papel de primera actriz lo hiciera la jovencísima Imperio Argentina, que debutaba en el cine interpretando el papel de Gloria o sea La Hermana San Sulpicio.



La segunda,  ya sonora, en 1934, con el mismo título. Imperio Argentina es también la protagonista. En esta película, el guión respeta el texto de la novela, nombrando a Marmolejo y sus aguas minerales en numerosas ocasiones, fue rodada en el balneario de Cofrentes.



La tercera, en 1952, también con el mismo título. La protagonista es Carmen Sevilla, la acción es en un hospital donde la monja, además de atender a los enfermos, trata de animarlos con su alegría y gracejo, siendo la trama  la misma,  el doctor es el director del hospital.



Y la cuarta versión en 1971 con el título de “La Novicia Rebelde”  la  protagonista es Rocío Dúrcal.


martes, 23 de diciembre de 2014

37.- Franco en el Gran Hotel

En dos ocasiones estuvo Francisco Franco, Jefe del Estado, en el Gran Hotel, en los años 1959 y 1961.

En 1959, con ocasión de la inauguración de la Fábrica de Uranio de Andújar. Después del acto inaugural, discursos y demás, el Jefe del Estado, ministros, autoridades civiles y militares tanto provinciales como locales, se concentraron en el Gran Hotel en el que almorzaron.


En 1961, vino a inaugurar la Granja Escuela en Marmolejo. Granja Escuela Virgen de la Cabeza, como centro de formación de capataces agrícolas. 


Las crónicas de la época informaron del recibimiento dado por el pueblo de Marmolejo al Jefe del Estado, de los actos de la inauguración, discursos, etc. En el Gran Hotel también tuvo lugar la comida con miembros del gobierno y autoridades civiles y militares. 

Franco, y el entonces alcalde Francisco Rivillas en el balcón central de la recién inaugurada Ganja Escuela, enfrente del Gran Hotel.

jueves, 18 de diciembre de 2014

33.- 36 Docenas

Casi todos los agüistas al marcharse llevaban algún regalo para la familia; recuerdos del balneario o de los productos del pueblo, bien de la huerta o del comercio. Del pueblo los recuerdos que vendían en las tiendas, Bazar Solís, Bazar Giralda, y otros. 

De las huertas predominaban los pimientos rojos y las alcachofas, que eran muy solicitados tanto aquí como en los pueblos cercanos. Del comercio las morcillas siempre tuvieron  mucha aceptación, así como otros productos de la matanza. Pero lo que verdaderamente deseaban llevarse eran… las magdalenas de Robles o de Peña, gustaban a todos. 

Una clienta del hotel que se marchaba para Sevilla, encargó... ¡¡36 docenas!!, 

Quien tenía que traérselas quedó extrañado al oír la cantidad  y preguntó si había oído bien. La clienta le confirmó la cantidad y le dio una explicación, tenía muchos hijos, hijas y nietos, y las magdalenas eran para repartirlas entre ellos.

lunes, 15 de diciembre de 2014

32.- Profesor de español

El domingo 22 de mayo de 1977, visitó Marmolejo y se hospedó en el Gran Hotel, el Sr. Russel Jones  profesor de español en la Universidad de Toronto (Canadá) estaba en España tomando datos para su tesis sobre Armando Palacio Valdés. 

Buscando referencias reales sobre los lugares que se describían en la novela “La Hermana San Sulpicio”, y aunque el entorno ya no era el mismo visitó los manantiales y le acompañé por el pueblo, con visita a la calle que lleva su nombre. Sabía del homenaje que el municipio le hizo a Palacio Valdés el 8 de junio de 1924, con asistencia de más de doscientas personas, el nombramiento de hijo adoptivo de la villa y concediendo su nombre a la antigua calle La Fonda.  

Al ser domingo y estar los comercios cerrados no pudo comprar postales, quedamos en que yo le enviaría las de Marmolejo y él haría lo mismo con las de Toronto. Con una amable carta el 17 de junio de 1977 recibí 18 postales de allí. 




viernes, 12 de diciembre de 2014

31.- Embajador

Otro asiduo agüista al balneario fue, mientras estuvo en España, el embajador de Suecia. Sr. Otto Wilhem Winther, una persona enamorada de España y de todo lo español. 




Persona muy culta, hablando un perfecto español, intervenía en todas las reuniones; interesado en la cinematografía acudía con frecuencia al Juanibel Cinema, así se llamaba el cine, y en el vestíbulo, tanto antes de empezar la película, como en el descanso, formaba tertulia con algunos asistentes comentando bien la película o cosas que a él le parecían curiosas del pueblo. 

Manuel Muñoz López, en su libro “Historia y costumbres de Marmolejo” comenta como el día 19 de abril de 1956, el Cuadro Artístico Local, él era el director, representamos (yo también actuaba como actor…), la comedia “El Roble de la Jarosa”. 




El embajador, disfrutaba y reía con las situaciones cómicas que se representaban. La comedia, al ser la acción en un ambiente andaluz y campero, había palabras que decían los gañanes que no entendía, al día siguiente le pidió a Muñoz la obra para leerla y entenderla mejor. 

Antes de la representación y en los descansos, el director invitaba al embajador a ir entre bambalinas en la que conversaba con él y los actores, interesándose por detalles que le llamaban la atención, siempre con una amabilidad y educación admirables.

martes, 9 de diciembre de 2014

30.- Botones gallego

En los mismos años, los nuevos arrendatarios del hotel trajeron de Sevilla a un empleado gallego, para botones y mandadero, como se decía entonces.  Era de esas personas que por mucho tiempo que pasen fuera de su región, no pierde su forma de hablar ni su acento.  

A pesar de que llevaba bastantes años en Sevilla, era dificilísimo entenderlo. De vez en cuando iba a Galicia a visitar a la familia. Poco se le entendía antes de ir, pero lo que era al volver, no había manera de cogerle palabra. Su pueblo natal pertenecía al Ayuntamiento de Mondariz, y muchos le preguntaban cómo se pronunciaba, si Mondariz o Mondáriz. 

El siempre contestaba lo mismo con cierta irritación y un marcadísimo acento gallego:

 “¡¡Mondariz será Mondáriz cuando la nariz sea náriz...!!” 

viernes, 5 de diciembre de 2014

29.- Mayito

Por aquellos años se hospedó en el hotel un señor muy religioso, comedido, educado y respetuoso con las buenas costumbres y modales, que tenía un perro llamado “Mayito”. Por las mañanas, después del desayuno, lo sacaba a pasear por delante de la terraza del hotel hasta el final del jardín, iba y venía. En una de éstas, al pasar por la puerta de entrada de vehículos coincidió que por la carretera pasó una perra. 

Mayito, que debía tener muy buen olfato, dio un tirón súbito de la correa, soltándose de su dueño y echando a correr hacia la perra que, al verlo venir, salió huyendo hacia las tierras que había enfrente del hotel. El dueño del perro salió corriendo tras de él, llamándolo “¡¡¡Mayito, Mayito…!!!. Los clientes que estaban en la terraza fueron testigos entre atónitos y divertidos del espectáculo, e incluso en pié asistieron a él hasta que Mayito consiguió su propósito. 

El pobre señor tuvo que esperar a que Mayito cumpliera con sus deberes de reproducción, sabiendo a todos los clientes en la terraza pendientes de los tres. Cuando consiguió coger a Mayito, sin decir palabra ni levantar la vista del suelo subió a la habitación, hizo el equipaje, pagó la cuenta y se marchó. No sé si volvió a venir alguna vez...

martes, 2 de diciembre de 2014

28.- Turistas

A partir de 1950 en que empezó el turismo a venir a España, las agencias de viajes tuvieron problemas con el hospedaje en Córdoba, ya que en esta ciudad solo existían, en aquellos años, dos pequeños hoteles, Regina y  Simón. Dada la cercanía, lo resolvieron hospedándolos en el Gran Hotel en Marmolejo. Los autobuses llegaban por la tarde desde Madrid, hacían noche aquí y al día siguiente marchaban a Córdoba. 

Estas estancias finalizaron cuando hubo nuevos hoteles en dicha ciudad. Muchas personas recordarán como estos turistas hacían, también, su visita al pueblo. Un pequeño grupo de ellos entró en un comercio que vendía chacinas, uno de los turistas hablaba algo de español y le pidió al comerciante un poco de jamón bueno, él le contestó ¿pata negra? el francés seguía insistiendo jamón bueno, un cliente que esperaba turno el ver que el turista no sabía el significado de pata negra, se dirigió a él y le dijo: En España, en jamones, el mejor es el pata negra, igual que en Francia, en champán, el mejor es el Dom Perignon, con esta explicación comprendió lo de pata negra, diciéndole al comerciante “¡si, si, pata negra, pata negra...!”.   

sábado, 29 de noviembre de 2014

27.- Fidelidad

La mayoría de los agüistas eran asiduos durante muchos años a hacer su cura de aguas, siempre en las mismas fechas e ir al mismo hotel, pensión o casa particular. Fiel testimonio de lo bien que le sentaban, algunos decían, seguían viniendo por agradecimiento. Y no solamente era el paciente, también le acompañaba la familia, esposo o esposa, hijos, hermana, algunos incluso criada y chófer. Así que todos los años, al coincidir en unas fechas concretas, en los hospedajes la convivencia, familiaridad y amistad se reforzaba cada año.

Fidelidad como la de un joven que en 1950 o antes, acompañaba a sus padres, él también tomaba el agua, siempre en el mes de mayo, se casó y con su esposa acudía en mayo, faltaron sus padres y siguió viniendo en mayo. Inició negocios en Canadá y en mayo no faltaba a su cita en Marmolejo; años después el negocio lo tenía en Venezuela y en mayo lo saludábamos aquí. 

Cerró el Gran Hotel por reformas en 1984 y se hospedaban en la  residencia  Los Leones o en el Hotel Del Val. Cuando no abrieron las fuentes del balneario, tomaba el agua en la  de Los Socialitas. Y al cerrar ésta, en este mes de mayo de 2014,  lo vieron beber el agua de los manantiales que hay en el arroyo La Zarzuela.


Este señor merece el reconocimiento, homenaje y mención especial no ya de la empresa, que ha desaparecido, sino también del municipio y pueblo de Marmolejo, por su fidelidad a las aguas de su balneario.

jueves, 27 de noviembre de 2014

26.- Simbiosis

En “Villa de Marmolejo” está la descripción que hizo de los jardines del balneario el periodista de ABC Luís Royo Villanova para el semanario Blanco y Negro en 1894. En 1990 aún quedaba algo de aquello, muy poco, pero en lo que fue el parque infantil subsistían algunos ejemplares.


Uno de ellos era un plátano de indias, que  hacia esquina con el paseo en que estaba el edificio que fue cuadra de las caballerías de los tranvías. Este árbol que tendría una altura de 25  metros por lo menos y llevaba muchos años  en simbiosis con un rosal trepador de pitiminí y una hiedra. Gustaba ver como tres especies distintas ocupaban un mismo espacio en relación estrecha y persistente. Al llegar la primavera y florecer el rosal todo él cambiaba a amarillo, después predominaba el verde de la hiedra y en las alturas las hojas del plátano.

Y a estos también le llegó su fin. Los dirigentes de las últimas empresas que explotaban el balneario, decidieron construir dos nuevas naves a continuación de las existentes en dirección al camino de ganado, cortando en dos el parque. Solicitaron al Ayuntamiento permiso para cortar árboles secos, sin decir en que parte del parque, y se lo concedieron.

Las nuevas naves ocuparían el sitio que tenía el parque infantil y arboleda próxima. Los “árboles secos” que talaron fueron frondosos plátanos de indias -incluido el de simbiosis-, sóforas, papeleros, aligustres, naranjos, rosales, arriates y setos. Se salvaron dos palmeras, una llorona y otra majestad. Ambas fueron regaladas al Ayuntamiento para los jardines municipales.

Paradójicamente el Ayuntamiento tuvo a bien expresar su agradecimiento por ese regalo, sin embargo nadie dentro de la corporación municipal se tomó la molestia de supervisar y controlar lo que sin duda fue un gran crimen contra la biodiversidad y riqueza forestal del balneario.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

25.- ¿Efectos milagrosos?

Había agüistas que venían con una gran fe en las propiedades curativas de las aguas minero-medicinales de los manantiales del balneario. Llegó una señora de Ciudad Real con un estado de salud muy delicado, toda amarilla, delgada, apenas se tenía en pié. Padecía del hígado y después de varios tratamientos que no hicieron el efecto deseado, le hablaron del balneario de Marmolejo, del efecto de sus aguas minero-medicinales y de las mejorías que habían tenido otros pacientes con dolencias perecidas. Consultó a su médico de cabecera y le mostró su deseo de venir a Marmolejo a hacer una cura de aguas. La opinión del médico fue contraria, diciéndole que debía seguir con lo que le recetaba.


Ella por su cuenta y riesgo se vino a Marmolejo y después de pasar la consulta con el Médico Director del balneario, éste le prescribió la cantidad de agua que debía tomar y cuantos días. Al poco tiempo empezó a verse la mejoría que el agua minero-medicinal estaba produciendo en su organismo. Tanto es así que pasadas tres semanas era otra persona diferente a la que vino. Dejó de estar amarilla, ganó peso, su aspecto mejoró grandemente y, al marcharse, dijo que la primera visita en Ciudad Real sería a su médico de cabecera para que viera como estaba.

Al volver el año siguiente, contó la sorpresa que se llevó el médico al verla, preguntándole “que donde había estado y que tratamiento había seguido...”. Al decirle que sólo había tomado las aguas en Marmolejo, no daba crédito a la mejoría...

domingo, 23 de noviembre de 2014

24.- ¿Otro?

Otro caso de la bondad de las aguas y la fe en ellas de los enfermos lo dio otro cliente del hotel. Después de la reglamentaria visita al médico, y al mismo día siguiente de tomar los primeros vasos de agua prescrita se sentía tan recuperado que, a la hora del almuerzo, le dijo al camarero “tráigame dos huevos fritos que llevo cinco años sin probarlos…”. 

Los clientes se interesaron durante el resto del día de cómo le habían sentado los huevos fritos. Tan bien le sentaron... que al día siguiente repitió. 

23.- Bigotes

Por los años 1950/60 de Huelva venía un abogado, siempre en el mes de mayo, con gran un bigote, como el del actor Groucho Marx. En el mes de septiembre, nos visitaba un inglés de Gibraltar, poseedor de otro gran bigote idéntico al del anterior. Sabían el uno del otro pero no coincidían.

Todos los agüistas y los lugareños conocían a ambos personajes por sus particulares mostachos. Tanto es así que desde Huelva enviaron una carta destinada al abogado en la que por todo destinatario había un bigote pintado y como dirección de destino, Marmolejo (Jaén). Por supuesto la carta llegó a su destinatario sin ningún problema.

Por fin, un año el inglés decidió venir en mayo y coincidieron. Juntos posaron en una fotografía para la posteridad bastante divertida.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

22.- Se me va la luz

Este mismo don Fernando que daba lecciones de toreo, también era aficionado a la pintura. En Madrid, tomaba clases en Bellas Artes, aunque el toreo de salón se le daba mejor que la pintura. Todas las mañanas después de desayunar y a eso de las diez, en la terraza delante del comedor, instalaba el caballete, lienzo, paleta de colores y se quedaba mirando a lo que pretendía pintar. Solía ser la noria, la higuera frondosa y la casita de aperos que había  en frente en la huerta de “Perdigón”, un encuadre muy artístico para un pintor. Al comenzar a las 10 de la mañana, tenía  el sol a su derecha haciendo sombras a la izquierda, y como la jornada de pintura se prolongaba hasta la hora del almuerzo ‘hipnotizado por el paisaje”, las sobras cambiaban. Él disgustado comentaba “se me va la luz…”, y así, a cada poco, “se me va la luz...” y  rectificaba sobre lo pintado anteriormente.  Ni que decir tiene que, en la tela, la pintura iba terminando en relieve. También en esto tenía sus admiradores que le acompañaban escuchando sus comentarios...

lunes, 17 de noviembre de 2014

21.- Toreo de salón

Al Gran Hotel estuvo viniendo, durante muchos años, un señor soltero, militar jubilado, muy aficionado a los toros. Los clientes que lo conocían de otros años, esperaban con interés la noche que hacía demostración del toreo de salón. Después de la cena, se reunían en el salón y don Fernando, que así se llamaba, bajaba de la habitación su capote y como un maestro experimentado daba lances de todo tipo: verónicas, revoleras, chicuelinas, medias verónicas, faroles, gaoneras, largas… todo un repertorio. Al final de la “faena” aparecía Augusto Moreno Ballesteros, conserje, haciendo de mozo de espadas, con un vaso de agua en un plato y una servilleta en el brazo para que el “maestro” se refrescara, tomándoselo éste muy en serio bebía un buchito y se secaba con la servilleta.  Ni que decir tiene los aplausos y olés del “respetable”, que pasaba una velada muy entretenida. 

viernes, 14 de noviembre de 2014

20.- Judiada

En aquellas temporadas de tanta afluencia, los agüistas del Gran Hotel, después de tomar las aguas minero-medicinales y desayunar, unos subían al pueblo a hacer compras y regalos, o tomar el aperitivo en los bares, otros iban a Andújar y otros subían al Santuario. A continuación del almuerzo, los que no se echaban la siesta, pasaban al salón y hasta la hora de volver a tomar las aguas por la tarde, se entretenían unos en tertulias, otros echando una partidita de poker, y otros de dominó. En una de estas partidas ocurrió un caso que no llegó a más, ya que los que formaban pareja eran personas educadas. Resulta que en el transcurso de la partida, uno de ellos no jugó la ficha que necesitaba el compañero, y le ahorcaron el seis doble, éste que era una persona de fuerte carácter, al ver lo que había pasado le dijo al compañero, ”Qué judiada me has hecho”. Todos se quedaron en suspenso para ver qué pasaba, ya que el compañero era un judío de Tánger. Se comportaron bien.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

19.- Cartel de completo

Tal era la concurrencia que, en algunas temporadas, sobre 1947/48, había días que el lleno era total, y algunos clientes venían sin avisar ni hacer reserva de habitaciones, en la confianza de que tendrían alojamiento. 

Se dieron casos de que al estar el hotel al completo, tener que utilizar, para los clientes,  las habitaciones del personal que estaban en el sótano, y los trabajadores improvisarle camas en las buhardillas.

 Y, ya completas estas también, acondicionar el salón o el bar,  poniendo colchas en las puertas de cristales y habilitándolos como habitaciones... 

sábado, 8 de noviembre de 2014

18.- Carta peculiar

Ya he comentado que en los años 50 a 60 la costumbre era comunicarse por carta, los teléfonos eran muy escasos. En la oficina del Balneario recibíamos todos los días numerosas cartas pidiendo el envió de cajas de botellas de agua. 

Un día recibimos una, pidiendo dos cajas, redactada de una manera muy a la costumbre de aquella época, y del dicho de escribir como se habla. Decía así:

“Quiero que el recibo de ésta me manden dos cajas de agua a la dirección del remite. Y, sin mas discusión, se despide este que lo es”


La recuerdo muy bien por lo de “sin más discusión”, se nos quedó muy presente y, cuando venía a bien, hacíamos broma con ello.  

sábado, 1 de noviembre de 2014

17.- Hasta el triste final.

Queda menos de un mes para que se cumplan catorce años del incendio del Balneario, y eso me hace recordar con mas detalle algunos de los hechos que ya he narrado en las primeras entradas...

En 1980, la sociedad que, desde su creación, había conservado los mismos accionistas originales, hace una ampliación de capital y entran nuevos socios.

De esta ampliación de capital, don Carlos Orti Serrano, me hizo el regalo un cierto número de las nuevas acciones, diciéndome que era como recuerdo de los fundadores (León y Llerena y mi abuelo Manuel Méndez Córdova, que diseñó y planto los jardines del balneario y la huerta).

Los nuevos accionistas fueron, José A. Martín-Caro Arellano, los hermanos Funes Moreno, y Luís Estepa Llaurens. Estos se incorporaron al Consejo de Administración; José A. Martín-Caro como consejero-vicepresidente,  Enrique Funes como consejero-delegado y Luís Estepa apoderado. En la Junta General del 4 de abril de 1987, entré a formar parte del Consejo como consejero-secretario, además de apoderado.

En los años siguientes se proyecta la reforma del Gran Hotel para la categoría de tres estrellas, dotándolo con piscina, y también la construcción de un bloque de pisos, al final del jardín y la fila de cocheras, frente a la de los tranvías.

A la vez se restauró, en el Balneario, el antiguo edificio de la administración y baños, y que en 1945 fue cafetería, para volver a su uso originario administrativo. En este podríamos encontrar un vestíbulo de entrada, además de sala de espera.

Se construyó una escalera para el piso superior utilizando los peldaños de madera que sobraron de la reforma del hotel. El ala derecha se destinó para las oficinas albergando  tres mesas, un armario y un mostrador, así como un  espacio detrás para archivo. En el ala izquierda, se habilitó el despacho para el Médico Director con su sala de espera. Detrás del edificio se encontraban los aseos y la caldera de calefacción. En 1986, la administración y oficinas se trasladan a este edificio.

Los últimos años del Gran Hotel fueron de dificultades. La inversión realizada para adquirir la categoría de tres estrellas no da la rentabilidad que se pretendía, los agüistas fueron mermando, cada año que pasaba había menos ocupación y la venta de los pisos construidos en los antiguos terrenos del jardin tampoco fue la que se calculó.

Las obras en el Balneario fueron muy grandes, como el  nuevo arco de entrada, el enlosado de los paseos alrededor de las oficinas, el pavimentado desde el arco hasta la galería,  también con un nuevo enlosado y la trasformación de los aseos de los jardines en cafetería.

Todo esto supuso un gran endeudamiento y otros problemas complementarios. Después de unas gestiones para captar nuevos socios o vender el balneario, que no fructificaron, el Consejo de Administración decidió vender todo el patrimonio de la empresa por el importe de las deudas, creo recordar que estas eran sobre 250 millones de pesetas.

En 1992, lo adquirió una empresa de Valencia, llamada LUIS CASES, S. A., que vendió el hotel por casi la misma cantidad que compró todo el patrimonio, de esta pasó a otra llamada EXPABAL, S. A. y luego a BALNARIO DE MARMOLEJO, S. L.

Me jubilé el día 31 de Julio de 1996, el día en que cumplí los 65 años. Quedándome un mal recuerdo de los últimos años de mi vida laboral en la sociedad que fue toda mi vida.

A los 14 años comencé a trabajar como botones, y poco después pasé a Recepción, como administrativo, a la vez ingresé en las oficinas del balneario como meritorio.

Con el paso de los años, la dedicación y el estudio por correspondencia, fui ascendiendo, llegué a Director en el hotel, Apoderado y Consejero-Secretario del Consejo de Administración en la sociedad, de lo que me siento muy orgulloso.

El periodo comprendido entre 1993 a 2000, lo describiría como la etapa más negra del Balneario de Marmolejo. Como diría un dicho popular “de aquellos polvos, estos lodos”. Marmolejo aún respira el humo negro que desprendían las naves de envasado y almacenes cuando ardieron el 26 de noviembre del año 2000. Parece que aún quedaran cenizas en nuestras calles.

martes, 28 de octubre de 2014

16.- Ascenso

Ese mismo año 1945 comencé a trabajar en el hotel como botones, igual que Ignacio Vergara. Mi padre, Manuel Méndez Moraga, pertenecía a la plantilla del Balneario, pero en las temporadas estaba en la conserjería, y antes, bajo su dirección, habían plantado el jardín del hotel.

Todavía con el uniforme de botones. Mi padre aparece detrás de mí, con la camisa blanca...

Ocurrió que en una de las temporadas del año siguiente, el recepcionista-administrador cayó enfermo de cierta gravedad y fue trasladado a Madrid. El hotel estaba esos días al completo, el director preocupado por cómo solucionar el problema, ya que traer a otro desde Madrid, supondría paralizar todo el movimiento de las cuentas de los clientes, con el grave perjuicio que creaba el que uno o varios clientes se marcharan de momento y ¿quién les haría las facturas? tras pensarlo se dirigió a mi padre diciéndole, “Méndez,  ya ve el problema que tenemos, ¿sería su hijo capaz de sacar adelante el trabajo de este empleado que ha enfermado?” A lo que contestó, “para saberlo, póngalo a que lo haga, a ver si es capaz”.


 Dicho y hecho, en ese mismo momento dejé de ser botones a ser recepcionista. Y resultó que fui capaz de sacar adelante todo el movimiento diario de las cuentas de los clientes y al final de temporada, también las nóminas del personal que, según ley de entonces, el personal cobraba: o un sueldo garantizado, o un sueldo inicial más el 15% de servicio que se le cargaba al cliente en factura; si con el sueldo inicial más el 15% no alcanzaba el importe del garantizado, la empresa le abonaba este, y si los dos lo superaban, cobraban este último, con lo que había que hacer dos liquidaciones al mismo trabajador para saber cual le era  más favorable. Y la parte proporcional mensual de las pagas de Julio y Navidad.

El reparto del 15% de servicio, no era por igual para todos los trabajadores del hotel. Al personal del comedor le correspondía un 5%, al de pisos un 3.5%, al de recepción-consejería un 3%, al de cocina el 2% y de lavandería un 1.5%. Tenía que calcular el importe de cada dependencia y repartirlo entre el numero de trabajadores que había en ella. Todos estos cálculos a mano, sin calculadora.


El cambio de trabajo fue radical, así como el uniforme. El nuevo consistía en traje negro, camisa blanca con cuello duro, (almidonado) y corbata negra, y yo con quince años.  Estoy en la fotografía con Ignacio Vergara y otro que me sustituyó como botones, y que murió poco tiempo después, su nombre no lo recuerdo, era hijo de un tal Antoñete que vivía en la calle Iglesia.
  
La pieza principal en la recepción de un hotel es la mano corriente (hoy en ordenador), en ella se anotaban, al momento, todos los gastos que iba produciendo el cliente en el conjunto de todos los departamentos, mediante un vale con el número de habitación del cliente y los extras que se le ha servido, aparte de la pensión completa, bien en comedor, en cafetería, en pisos, en conserjería (teléfono) en lavandería (lavado y planchado de ropa) valorarlos y cargárselo en su casilla. 

Esta "mano corriente" era una hoja de papel recio de unos 80X70 centímetros, en la que las columnas horizontales eran para los nombres de los clientes y los  cargos del consumo, y las verticales para el número de habitación, nombre del cliente, número de personas, pensión completa, habitación, gastos en comedor, en cafetería, en bebidas, en teléfono, en lavandería y otros, suma del día, suma anterior y suma a seguir. Continuaba para el cierre de la factura, importe, impuestos, 15% de servicio, (que antes he contado para que) y total de la factura, las sumas de todas estas columnas verticales, tenía que coincidir con el total de las horizontales, todas  sumadas a mano, sin calculadora...

sábado, 25 de octubre de 2014

15.- Reconstrucción del Gran Hotel Balneario

Finalizada la Guerra Civil (1936-1939), y recuperado el patrimonio, la sociedad acordó reconstruir el Gran Hotel Balneario que aún se encontraba tal como quedó al terminar la contienda, habiendo sido durante la misma Hospital Militar y sede del 318 Batallón de la 80 Brigada Mixta, que también ocupó otros edificios en el pueblo, (estos últimos datos de “Villa de Marmolejo”).

Planificadas las obras, en 1942/43 se encontraron que en el pueblo no había ni agua potable general, (los carros cuba surtían al pueblo), ni alcantarillado. Decidieron subir el agua del río desde una toma que había, y hay, en el muro de protección de Fuente Agria, para regar los jardines y el parque, (en aquellos años el río no tenía la contaminación de hoy) así que con la motobomba que estaba instalada en el pozo del transformador, elevarla hasta la alberca de la huerta que estaba frente al hotel y de ahí pasando la carretera y el jardín almacenarla en un gran aljibe existente detrás del hotel. Las aguas negras se vertían en una fosa séptica de 2 secciones detrás del edificio Casa Gerencia.

Inaugurado el 1º de septiembre de 1945 se cubrió, como en 1923, la falta de un alojamiento superior a todos los que había en la población, para clientes de una categoría social y económica, que hasta entonces no acudía por falta de un hotel adecuado. Igual que entonces, estaba dotado de los últimos adelantos en hostelería, que hacían de él un hotel moderno y confortable. Abierto desde el 1 de abril al 31 de mayo y del 1 de septiembre al 31 de Octubre.

La dirección la llevó Joaquín Valentín, que había trabajado en el Hotel Ritz de Madrid, y como encargada general su esposa Lupe. Este director era un profesional de la hostelería muy riguroso, tanto en el trato atento al cliente hasta el más mínimo detalle para ofrecerle el mejor servicio, no como el del hotel de donde procedía, al no tener éste las mismas proporciones, pero sí lo más completo posible. El personal de comedor, cocina y recepción-administración, los traía de Madrid.

Un problema que no se solucionó, para el día de la inauguración, fue el de la instalación del teléfono en el hotel. Solicitado con tiempo a la Compañía Telefónica Nacional de España, así se llamaba entonces Telefónica, por las razones que fuesen, posiblemente falta de material, llego el día y el teléfono no estuvo instalado, dándose la circunstancia que ni en todo el mes de septiembre ni en el de octubre, estando los clientes y la dirección del hotel incomunicados esa temporada. ¿Cómo se solucionó? pidiendo el favor al dueño del teléfono más próximo, para recibir y hacer llamadas desde él. ¿Cuál era este? 
La fábrica de anisados Anís Marmolejo, conocida como el “alambique”, estaba situada junto al hotel, en la misma acera subiendo hacía el pueblo. El propietario Luís Espinosa, viendo el problema accedió, muy amable, a que desde su teléfono los clientes hicieran sus llamadas y las recibieran. Al terminar de hablar se pedía a la centralita el importe para abonarlo al Sr. Espinosa y cargarlo en factura al cliente.

Por las gestiones que he hecho, en aquel año 1945, los teléfonos que había instalados en el pueblo podrían ser unos 30, y el alambique tenía el número 8. Estos teléfonos estaban sujetos a la pared y en la parte derecha tenían una manivela para llamar a la centralita, el auricular estaba colgado a la izquierda y unas campanillas en la parte superior, como las de algunos despertadores, que daban la llamada. La centralita estaba en la calle Iglesia, en el “angostillo”, la casa siguiente a la de don Julio Vizcaíno. Las líneas interurbanas que tenía esta centralita eran dos; una con Córdoba y otra con Andújar. ¡Por esas dos líneas pasaban todas las llamadas que se hacían desde Marmolejo a toda España y las que recibía! Hoy en 2014, por mucha imaginación que se ponga cuesta comprende esto. Pero hay más, al pedir a la centralita hacer una llamada fuera de la localidad, eso era pedir una conferencia, se daba el nombre de la ciudad o pueblo y el número, tomaban nota y se le preguntaba qué demora tendría. Demora sí. Esta podría ser entre una hora, o dos.... !!o cinco...¡¡ según a donde se llamara.

Las personas, tanto del pueblo como agüistas, que no lo tenían y necesitaban comunicarse con algún familiar u otro caso, acudían a la centralita y pedían a la telefonista un “Aviso de conferencia” para que una determinada persona que residía en tal ciudad o pueblo, acudiera a aquella centralita a una hora determinada para hablar con ella. Igual ocurría desde otras ciudades o pueblos hacia Marmolejo. Telefónica tenía un servicio de reparto de estos avisos. 

Marmolejo en aquel tiempo tendría unos 6.000 habitantes y, más los agüistas, en temporada habría una población de… pongamos 8.000 personas. Pero en aquel tiempo lo normal no era, como ahora, hablar por teléfono, lo normal era escribir cartas. Las industrias, comercios, familias, los soldados con las familias y las novias, todos se comunicaban por carta. Se daban casos en los que, personas que no sabían leer ni escribir (que los había) recibían cartas, y terceras personas se las leían  y las contestaban en su nombre. El teléfono en aquel tiempo, era un lujo y escaso.


Al año siguiente instalaron el teléfono en el hotel, el número 21, de las mismas características que el del “alambique”, estaba en la conserjería y un supletorio en una cabina para hablar el cliente. Con el tiempo fueron ampliando la centralita del pueblo, instalando teléfonos a más abonados, luego cambiaron los de manivela por unos semiautomáticos, hasta que en el año 1977 instalaron los automáticos. 

En el hotel pusieron una centralita y teléfonos en las principales habitaciones desde los que el cliente podía hacer él las llamadas. Hay una anécdota de una persona que ponía avisos de conferencia a un familiar que vivía en un pueblo de Sevilla y que ya tenía teléfono, al enterarse de que con el automático desaparecerían la centralita, la telefonista, y el locutorio, y que habría cabinas instaladas en el pueblo para llamar directamente, ignorante de la tecnología que había entre él y su familiar, se preguntaba 

"¿...y este aparato como va a saber que yo quiero hablar con un familiar que vive en un pueblo de Sevilla?  "

De vivir hoy se asombraría de cómo con los móviles de última generación o las tabletas, entre otras muchas cosas, puedes hablar con él y verlo al mismo tiempo. Seguro que diría que eran cosas diabólicas.

sábado, 18 de octubre de 2014

14.- Celebración

Como se describe en una entrada anterior, el hotel se inauguró el día 3 de Mayo de 1923.

Mis padres se casaron 15 días antes. Ya contaban con vivienda en el hotel para todo el año, hasta 1936.  Mi padre, Manuel Méndez Moraga, con la categoría de conserje, estaba en un contacto muy cercano con los clientes y , al ser estos asiduos de muchas temporadas seguidas,  el trato y conocimiento era fluido y considerado. Mis dos hermanas mayores, Matilde y Dolores, nacieron en el hotel. 
Y yo también, el día 31 de Julio de 1931. Al dar  comienzo la temporada en 1º de septiembre los agüistas que llegaban, al enterarse del nacimiento del hijo del conserje, mostraban su alegría con toda clase de felicitaciones y parabienes. Comentándolo entre ellos, acordaron que había que celebrar el feliz acontecimiento. Don José Cruz Conde, mandó que trajeran desde sus bodegas en Córdoba unos barrilitos de vino fino y unas botellas de solera, otros clientes aportaron otras cosas y un día se pusieron a celebrarlo, con alegría y generosidad  Mis padres me lo contaron bastantes años después. 

En este salón se realizó la celebración....

miércoles, 15 de octubre de 2014

13.- Construcción del GRAN HOTEL DEL BALNEARIO


Por el año 1920, la dirección y administración de la empresa, siendo gerente don Eduardo Serrano Navarro, consideran que el balneario necesitaba un  hotel de superior categoría a los existentes, que cubriera el déficit hotelero para una clientela de alto nivel, acuerdan construir un hotel con un estilo sencillo y elegante, muy en armonía con el fin a que se dedica, con formas y elementos tradicionales andaluces. (Según crónicas de prensa de la época)

 Gracias a la gran labor de recuperación de fotografías antiguas que está haciendo Sebastián Pastor Lozano “Sebas”, hoy en 2014, tenemos la suerte de ver, por una de ellas, la inauguración y bendición del hotel, por el señor cura párroco D. Francisco de Paula Aranda.

El día 3 de mayo de 1923, se inauguró el Gran Hotel del Balneario. En un librito titulado ESTABLECIMIENTO DE LAS AGUAS DE MARMOLEJO, lo describe como:




“Hermoso edificio, de moderna construcción, dotado de gran confort. Cocina a cargo de un reputado jefe, y mesas de régimen diabético, bajo la inmediata inspección del Médico Director del Balneario. Departamentos para familias con cuarto de baño y W.C. independiente. Habitaciones con terraza para baños de sol. Cuartos de baño y calefacción central. Gran salón de fiestas. Billar y juegos de sociedad. 



Extenso jardín. Gran terraza, con espléndidas vistas sobre la inmediata Sierra Morena. Precio de la pensión completa, desde 16 a 30 pesetas por día y persona, según habitación. Para la servidumbre que acompañe a nuestros clientes, hay habitaciones a precios módicos. Garaje con jaulas independientes y foso. El coche automóvil del Gran Hotel del Balneario espera en la estación la llegada de los trenes correos y expresos diurnos, durante la temporada”. “Temporada oficial: 1º de abril al 15 de junio y 1º de septiembre a 15 de noviembre”.

Tranvía a los manantiales.-Sigue funcionando la línea de tranvías desde la plaza de la Iglesia al Parque del Establecimiento, pasando por el Gran Hotel; habiéndose alquitranado este año la carretera por donde circulan, para evitar el polvo y la trepidación por el gran movimiento de carruajes. 



Los tranvías prestan servicio a las horas en que están abiertos al público los manantiales, aumentándose o disminuyéndose el número de coches, según la mayor o menor concurrencia de agüistas que hay que transportar.

Turismo y excursiones.- Por la situación privilegiada de Marmolejo, con estación (en la que tienen  parada todos los trenes de viajeros) en la línea general de Madrid a Sevilla, entre Baeza y Córdoba, los dos nudos de comunicaciones principales  de Andalucía, resulta un punto verdaderamente estratégico para el turista que desee admirar las incomparables bellezas de Granada, Córdoba, Sevilla, Málaga, Ronda, Algeciras, etc. Cruzan por Marmolejo varias carreteras que facilitan las excursiones en “auto” y en carruajes a interesantes y no lejanas poblaciones, como Andújar, Bailen que evoca la epopeya de la guerra de la Independencia; Jaén, con las ruinas de su histórico castillo y su catedral, donde se venera la preciada reliquia de la “Cara de Dios”; Arjonilla, con su torreón del Paje Macias, el enamorado; Porcuna, Arjona, Martos y otras muchas que conservan el carácter que le imprimió la dominación árabe. Una excursión de  gran interés, y que deja siempre grato recuerdo, es el Santuario de la Virgen de la Cabeza, patrona de Sierra Morena. El taller de alfarería artística de Vallejo y las manufacturas de juguetería y cestas para labores, en mimbre fino, son especialidades típicas que justamente llaman la atención de los numerosos visitantes. 



También se organizan a lugares pintorescos, y más próximos, paseos a caballo o en burros o mulos, provistos de jamugas, para comodidad de las señoras. En el Gran Hotel del Balneario suelen organizarse, por los mismos agüistas, representaciones teatrales, y frecuentemente conciertos y bailes, a los cuales se invita a los clientes y hospedados en otras casas.

Correo y Telégrafo.- Tiene Marmolejo estación telegráfica con servicio de día completo. Administración de Correos, con servicio de valores declarados; Giro postal y telegráfico, y estación telefónica, unida a la red interurbana, en el pueblo y en el Gran Hotel.” 




domingo, 12 de octubre de 2014

12.- La administración y oficinas en sus diferentes emplazamientos

Las oficinas de la empresa han sufrido un largo itinerario de cambios y mudanzas a lo largo de la existencia de la misma. Su primera ubicación fue en el Balneario, donde en 1884 se construyó el edificio destinado a administración, baños y duchas, hasta  el fallecimiento de Don Eduardo León y Llerena en 1900 y  su esposa doña Luisa Serrano Serrano en 1902. Los herederos de ésta crearon la sociedad llamada AGUAS MINERO MEDICINALES DE MARMOLEJO, S.A. y la administración siguió en este edificio.




Al terminar la Guerra Civil, en 1939 la Sociedad recupera el Balneario, y la administración y las oficinas del mismo se trasladaron al pueblo, situándose en distintas ubicaciones a lo largo de los años. La primera que recuerdo fue en la calle Ramón y Cajal nº 4 (también conocida como calle Las Parras), en casa de don Carlos Ortí Serrano, Ingeniero de minas y accionista, que debía ser en aquel tiempo Director-Gerente. Esta casa  tenía  un buen  zaguán, gran verja, patio interior rodeado de columnas de hierro forjado, con pasillo alrededor por donde se entraba a las habitaciones, al estilo de las casas romanas. Casa señorial, por tanto, con gran puerta, ventanas, balcones y, a la derecha de la fachada, portón de entrada de carruajes.  A últimos del siglo XX o principios del  XXI, fue  vendida, demolida, reconstruida y adaptada como salón para bodas.  


Aspecto del edificio hasta 1998

El edificio en la actualidad

Posteriormente, entre los  años 1945 y 1958, la administración, oficinas y consulta del Médico Director del Balneario, estuvieron en la calle Palacio Valdés, nº 1, casa de don Vicente Orti García, que era Director-Gerente. Los administrativos éramos, Manuel Muñoz López, como contable, Juan Fernández Carmona y yo, Manuel Méndez González,  en la venta, facturación y relación con los clientes. Todo esto localizado en una casa haciendo esquina con la calle Orti Lara,  por donde continuaba, con entrada de cochera por esta calle. Con los años también fue vendida, demolida, y construido en el solar un bloque de pisos. 


El edificio en los años 70

El edificio en la actualidad

Al fallecimiento de don Vicente Orti García, fueron nombrados Apoderados de la empresa, Manuel Muñoz López y su cuñado Juan Fernández Carmona. La administración se traslada a la plaza llamada hoy de la Constitución, a la casa conocida entonces de la boticaria, pues en  ella hubo, hacia tiempo, una farmacia. Esta casa estaba situada frente a la iglesia parroquial, donde permanecimos de 1958 a 1970. Era un edificio de bajos y dos plantas, de construcción clásica del siglo XIX, con artística cerrajería en las ventanas y balcones. Igualmente fue vendido y transformado en un bloque de pisos y en los bajos una entidad bancaria y hoy 2014, una autoescuela, antes sede del Centro Cultural y Recreativo. Entre ese tiempo contrataron a Rosa Peña Alcocer. 


La Plaza al inicio del siglo XX. El lugar donde se encontraban las oficinas es el primer edificio a la izquierda, con las dos ventanas oscuras

La Plaza en la actualidad

De 1970 a 1975 la administración se traslada a la calle Perales nº 28, a una casa particular adaptada para las oficinas, despacho del médico y sala de espera. 

En 1975 concluidas  las obras de reconstrucción y adaptación del edificio, llamado Casa Gerencia, junto al Gran Hotel, se instalan la administración, oficinas, despacho del Médico Director, sala de espera para los agüistas, aseos para señores y caballeros,  todo amplio y bien acondicionado. En el jardín, y frente a las ventanas de las oficinas, y a iniciativa de Manuel Muñoz, fue reconstruido el crucero que antes de la guerra estaba frente al Gran Hotel, y cuyos restos estaban aún esparcidos detrás de este edificio.  


Aspecto actual del edificio


Aspecto actual del crucero

El trabajo fue efectuado  por un empleado de la empresa, José Pérez Casado, de profesión anterior cantero...  En la base del mismo se enterró un frasco y dentro de él un escrito con los nombres del Consejo de Administración, los de todo el personal de la empresa, prensa del día y monedas de curso legal en aquel tiempo.

Con el tiempo, se jubiló Juan Fernández  y poco después Manuel Muñoz. A mí me nombraron apoderado, con poderes solidarios, llevando además la contabilidad, con la categoría profesional de Cajero-Contable. Rosa Peña, se hizo cargo de la facturación, registros y expedición de las autorizaciones de toma de aguas, que por prescripción del Médico Director autorizaba a los agüistas a tomarlas.

Hay que tener en cuenta que, en aquellos primeros tiempos, no había calculadoras ni ordenadores, todo se escribía a mano, se sumaba, restaba, multiplicaba y dividía a mano. Los libros de contabilidad, como el Diario y Mayor, primero se hacían en borrador, y después que la contabilidad del año era aprobada por el Consejo de Administración y se presentaba la liquidación en Hacienda, se pasaban todos los apuntes del año a los libros oficiales, eso ya en el verano del año siguiente. Las facturas, se hacían a mano, con lápiz duro llamado de tinta, hasta que hubo bolígrafos, en tacos de 50 facturas, original y copia, ésta con un papel de calco especial; a continuación se pasaban al libro de registro de facturas, que se sumaba a mano, y luego se anotaban en el libro de cuentas corrientes, cada cliente tenía una donde se anotaba la factura y la letra de cambio cuando las abonaba el banco. Los libros de contabilidad, borradores y  oficiales, se escribían  con pluma y tinta.  Este trabajo era muy laborioso y más visto hoy, en la era de la electrónica y los ordenadores. Cuando llegaron las primeras calculadoras, muy rudimentarias, facilitaron mucho el trabajo.

Estos años, como los primeros del siglo XX, fueron de gran riqueza para el Balneario y Marmolejo. La embotelladora trabajaba a pleno rendimiento, y los camiones constantemente llevaban AGUA DE MARMOLEJO a toda España; la afluencia de agüistas era constante y llenaba de clientes tanto el Gran Hotel Balneario, el resto de instalaciones hoteleras y de hospedaje del pueblo. En definitiva, 40 años de homogeneidad y riqueza.