sábado, 1 de noviembre de 2014

17.- Hasta el triste final.

Queda menos de un mes para que se cumplan catorce años del incendio del Balneario, y eso me hace recordar con mas detalle algunos de los hechos que ya he narrado en las primeras entradas...

En 1980, la sociedad que, desde su creación, había conservado los mismos accionistas originales, hace una ampliación de capital y entran nuevos socios.

De esta ampliación de capital, don Carlos Orti Serrano, me hizo el regalo un cierto número de las nuevas acciones, diciéndome que era como recuerdo de los fundadores (León y Llerena y mi abuelo Manuel Méndez Córdova, que diseñó y planto los jardines del balneario y la huerta).

Los nuevos accionistas fueron, José A. Martín-Caro Arellano, los hermanos Funes Moreno, y Luís Estepa Llaurens. Estos se incorporaron al Consejo de Administración; José A. Martín-Caro como consejero-vicepresidente,  Enrique Funes como consejero-delegado y Luís Estepa apoderado. En la Junta General del 4 de abril de 1987, entré a formar parte del Consejo como consejero-secretario, además de apoderado.

En los años siguientes se proyecta la reforma del Gran Hotel para la categoría de tres estrellas, dotándolo con piscina, y también la construcción de un bloque de pisos, al final del jardín y la fila de cocheras, frente a la de los tranvías.

A la vez se restauró, en el Balneario, el antiguo edificio de la administración y baños, y que en 1945 fue cafetería, para volver a su uso originario administrativo. En este podríamos encontrar un vestíbulo de entrada, además de sala de espera.

Se construyó una escalera para el piso superior utilizando los peldaños de madera que sobraron de la reforma del hotel. El ala derecha se destinó para las oficinas albergando  tres mesas, un armario y un mostrador, así como un  espacio detrás para archivo. En el ala izquierda, se habilitó el despacho para el Médico Director con su sala de espera. Detrás del edificio se encontraban los aseos y la caldera de calefacción. En 1986, la administración y oficinas se trasladan a este edificio.

Los últimos años del Gran Hotel fueron de dificultades. La inversión realizada para adquirir la categoría de tres estrellas no da la rentabilidad que se pretendía, los agüistas fueron mermando, cada año que pasaba había menos ocupación y la venta de los pisos construidos en los antiguos terrenos del jardin tampoco fue la que se calculó.

Las obras en el Balneario fueron muy grandes, como el  nuevo arco de entrada, el enlosado de los paseos alrededor de las oficinas, el pavimentado desde el arco hasta la galería,  también con un nuevo enlosado y la trasformación de los aseos de los jardines en cafetería.

Todo esto supuso un gran endeudamiento y otros problemas complementarios. Después de unas gestiones para captar nuevos socios o vender el balneario, que no fructificaron, el Consejo de Administración decidió vender todo el patrimonio de la empresa por el importe de las deudas, creo recordar que estas eran sobre 250 millones de pesetas.

En 1992, lo adquirió una empresa de Valencia, llamada LUIS CASES, S. A., que vendió el hotel por casi la misma cantidad que compró todo el patrimonio, de esta pasó a otra llamada EXPABAL, S. A. y luego a BALNARIO DE MARMOLEJO, S. L.

Me jubilé el día 31 de Julio de 1996, el día en que cumplí los 65 años. Quedándome un mal recuerdo de los últimos años de mi vida laboral en la sociedad que fue toda mi vida.

A los 14 años comencé a trabajar como botones, y poco después pasé a Recepción, como administrativo, a la vez ingresé en las oficinas del balneario como meritorio.

Con el paso de los años, la dedicación y el estudio por correspondencia, fui ascendiendo, llegué a Director en el hotel, Apoderado y Consejero-Secretario del Consejo de Administración en la sociedad, de lo que me siento muy orgulloso.

El periodo comprendido entre 1993 a 2000, lo describiría como la etapa más negra del Balneario de Marmolejo. Como diría un dicho popular “de aquellos polvos, estos lodos”. Marmolejo aún respira el humo negro que desprendían las naves de envasado y almacenes cuando ardieron el 26 de noviembre del año 2000. Parece que aún quedaran cenizas en nuestras calles.

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